jueves, 2 de julio de 2009

El Uruguay del populismo

Un fantasma recorre América Latina, el fantasma del populismo.

Tal vez sea una de las enfermedades más profundas del sistema político latinoamericano, nunca desaparecido en su totalidad y capaz de renacer en cualquier momento, el populismo ha sido una fuerza que se ha destacado siempre en América Latina. Es que un continente como el nuestro, lamentablemente, reúne todas las características para que este movimiento se desarrolle y crezca. Poblaciones con poco nivel educativo, pobreza y desigualdad extendida, fuerte descreimiento de la clase política y su inmediato corolario, la falta de fe en las instituciones democráticas.

El populismo no posee ideología, tal vez su principal característica es su marcado discurso “antisistema” y lo que yo, desde un punto de vista económico, veo como una marcada tendencia a preocuparse por medidas cortoplacistas, sin tener en cuenta verdaderas políticas que aseguren el crecimiento de largo plazo.

El movimiento puede surgir en ambos lados del espectro político. Así que mientras en las décadas del 40 y 50, Getúlio Vargas en Brasil y Juan Domingo Perón fueron las más claras demostraciones de un populismo de “derecha”. En la actualidad Hugo Chávez en Venezuela y el matrimonio Kirchner en Argentina son la demostración de un populismo de “izquierda”.

Uruguay, gracias a una institucionalidad fuerte, siempre estuvo un poco al margen de estos movimientos. La consolidación de partidos políticos fuertes y una ciudadanía, en su mayoría, convencida de la vía democrática dejaban poco margen para que un movimiento de carácter populista surgiera y se expandiera. Dicha situación se reflejó en que en el siglo XX los gobiernos nacionales fueran predominantemente de centro, ya fueran estos de centro izquierda o de centro derecha.

Sin embargo las características del electorado uruguayo parecen haberse modificado en los últimos años, observándose una fuerte “polarización” de las tendencias, y donde parece que el centro será el gran ausente de estos comicios. En esta coyuntura uno de los candidatos a la presidencia demuestra, a mi entender, una clara predisposición a adoptar políticas que podríamos llamar populistas, me refiero al senador Mujica.

La ciencia económica ha demostrado que paradójicamente, el populismo en vez de erradicar la pobreza la termina aumentando. No existe un solo caso de un gobierno populista (con la acepción que utilizamos aquí), que haya logrado realizar lo que se supone que propugna con tanto entusiasmo. Pensemos nomás en cualquier país latinoamericano. En MUY resumidas cuentas a nivel económico ocurre lo siguiente: se produce un aumento explosivo del gasto público asociado a una coyuntura externa favorable. Esto crea una prosperidad efímera que dura mientras estas condiciones prosperan, cuando los vientos cambian de rumbo el sistema se cae. El famoso modelo de los Kirchner es muy buen ejemplo.

Sinceramente espero que el senador Mujica, en caso de ser electo presidente, me demuestre que me equivoqué. Pero por ahora sus señales apuntan hacia otro lado. Para una persona que se dice admiradora de la forma de gobernar de Lula, y que tiene al modelo neocelandés y sueco como paradigmas a emular, debo decirle que en sus discursos no se reflejan las políticas que nos permitirían alcanzarlos, más bien parecería apuntar hacia el otro lado.



P.D: Me ha quedado la sensación de que algunas ideas no las he desarrollado del todo, pero mi objetivo era hacer que la entrada no fuera muy larga.