viernes, 27 de febrero de 2009

Prácticas peculiares


De las escuetas 4 entradas que tiene mi blog, 3 son sobre Zeitgeist. Creo que ha llegado el momento de tomarme un descano sobre este tema. Por supuesto que volveremos sobre él, pero por ahora quiero parar un poquito con tanta conspiranoia. Ya me cansé de tantas teorías sacadas de la galera. No se asusten que tenemos para rato, y más después de enterarme de que se viene Zeitgeist III.

Hoy me gustaría hablar de otras cosas. Estamos en año electoral y por eso, nos guste o no, tendremos política hasta por los codos. El circo abrirá nuevamente sus puertas, y es intención de este blog invitar un poco a la reflexión y no solamente a dejarnos encandilar por las “luces brillantes” y los “espejitos de colores”. Por eso la historia que quiero contar hoy habla de democracia, de política y de una práctica muy peculiar. Sin embrago no hago referencia a un hecho actual, sino a cierta situación que ocurría hace 2.500 años.........

En el siglo V a.C. ocurrió en la ciudad de Atenas, una de las transformaciones políticas más importantes e influyentes para nuestra civilización occidental. Por primera vez el pueblo se gobernaba a sí mismo y era su propio regente, surgía la democracia ateniense. Cansados de la tiranía, forma de gobierno que imperó en Atenas en el siglo VI a.C., los atenienses de la mano de Solón primero y Clístenes después llevaron adelante las reformas para instaurar un sistema de gobierno nunca antes se había practicado. Dichas reformas dieron paso a lo que se conocería como la edad de oro ateniense, o más comúnmente llamado El siglo de Pericles.

Durante esta época, y con la intención de evitar que un nuevo tirano acaparara el poder, se decretó cierta práctica que tenía como objetivo evitar dicho comportamiento. Una vez al año el pueblo reunido en la Ekklesia o asamblea, votaba a mano alzada contra cierto político que se sospechara atentara contra el bien común de la ciudad. Si se lograban los votos dos meses más tarde se volvía a realizar una nueva votación pública, pero esta vez se ubicaban a los pies de la colina donde se desechaban los trozos de cerámica defectuosa, que recibían el nombre de ostrakon. En esta oportunidad las personas escribían en el ostrakon, el nombre del político sobre el que querían que cayera la pena. Si se alcanzaba cierto número de votos ocurría el castigo por ostracismo, y la persona en cuestión era desterrada de Atenas por un período de 10 años.

En un año donde sabemos que muchas promesas se realizarán, aunque dudemos de la factibilidad de muchas de ellas. Estaría bueno saber como se comportarían los políticos si supieran que los que atenten contra el bien común podrían caer en el ostracismo.