miércoles, 3 de marzo de 2010

¿Quién lo diría?

El 31 de Julio de 1963 un pequeño robo de armas en el Club de Tiro Suizo en Nueva Helvecia inauguraba una nueva etapa para el país. Una que no se vivía desde 1904 cuando el pueblo uruguayo se enfrento en armas por última vez. Aunque en ese momento el hecho no obtuvo mucha trascendencia, este sería el primer acto de un grupo de jóvenes que habían decidido acceder al poder a través de la lucha armada, el Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros hacía su aparición en la vida del país.

El lunes pude acudir a la toma de mando del nuevo presidente de la República, una ceremonia que estuvo cargada de simbolismos. Debo admitir que ver como los comandantes en jefe de las distintas casas militares le juraban fidelidad a un ex Tupamaro hizo que se me erizara la piel, porque supongo que no debe haber mayor prueba que esta, para demostrar la solidez de nuestra reconstituida democracia. Aquella que tanto los Tupamaros como el Ejército se encargaron de derrumbar hace tanto tiempo ya.

Soy de los que creen que la asunción de Mujica como nuevo presidente de los uruguayos es un signo de la fortaleza de nuestra democracia. Que un ex Tupamaro haya asumido la primer magistratura significa haber aceptado, por lo menos de forma tácita, que el único mecanismo para acceder al poder de forma legítima es a través de elecciones libres. Que acá no existen ni mesías, ni gente tocada por una varita mágica que es capaz de actuar mejor que el pueblo. Que el soberano ya existe y este se expresa cada 5 años para elegir a quien delega el poder, pero que el poder siempre es y será del pueblo y nadie, sea de derecha o de izquierda, debería olvidar eso.

El discurso del Presidente Mujica frente a la Asamblea General fue en mi opinión positivo. Mostró a un mandatario que hará del pragmatismo su bandera y que por lo menos intentará fundar las bases de lo que serán políticas de Estado, herramientas fundamentales para asegurar el desarrollo a futuro del país. Hace 9 meses escribía en este blog que Mujica encarnaba al nuevo populismo, hoy por suerte puedo decir que me equivoqué. Sin embargo hay que esperar que los hechos ratifiquen a las palabras, pero por lo menos las señales que se dan parecen ser muy positivas.

A este nuevo gobierno la mayor de las suertes. ¿Quién hubiera imaginado hace 40 años, que una persona que despreció y atentó contra la democracia, hoy sería su principal representante?

Saludos.